Una foto del
Voyager, a punto de abandonar el sistema solar de nuestro planeta, muestra a la Tierra como un diminuto punto de luz brillante en un fondo opaco de una negrura casi total… Vi esa imagen y pensé… ¿cómo #|\%#/ los ET dieron con nosotros o con este planeta??? Si, para mayor abundamiento, nos encontramos en una de las esquinas más alejadas del centro de nuestro universo, si es que eso existe…
Durante toda su historia la humanidad ha buscado afanosamente respuestas que le permitan entender ciertos misterios que parecen inexplicables. Misterios naturales primero y luego espirituales y en esa búsqueda ha encontrado respuestas que emanan desde la ciencia, la religión y la especulación imaginativa. Todas con un rasgo en común… ninguna es totalmente satisfactoria para todos, mas la mayoría se inclina por aquella que viene de la experimentación y búsqueda de pruebas...
Así, la ciencia señala que la vida y el planeta mismo están sometidos a una ley natural que establece, entre otras cosas, la supervivencia del más apto (no más fuerte). Esta adaptación se lleva a efecto a lo largo del tiempo, produciendo cambios paulatinos que le permiten a la especie adaptar sus necesidades de supervivencia a lo que demanda su entorno.
Entonces, la lógica de la evolución dice que los cambios suceden y que eso es la constante, pero se toman su tiempo, pues la mayoría se demora millones de años… en el mejor de los casos, cientos de miles… Dado esto, ¿cómo se explica el salto cualitativo que tuvo la humanidad en unos cuantos cientos entre el neolítico alto y la edad de los metales; qué fue lo que nos pasó?
La mesa coja
En efecto, la ciencia admite que nos demoramos desde el primer homínido hasta el homo sapiens alrededor de 4 millones de años y de pronto (aún la ciencia no explica el cómo), en unos cuantos miles y sin escalas intermedias (lo que rompe la regla de la evolución), aparece el hombre moderno… Vivíamos en el planeta, felices y siendo parte de la naturaleza, como cazadores – recolectores durante unos cuantos miles de años más hasta que en las postrimerías del paleolítico, descubrimos la agricultura.
Después del fuego, el cultivar los alimentos fue el segundo gran descubrimiento de la humanidad, pues generó el cambio que nos terminó de convertir en lo que hoy somos: seres gregarios, sedentarios y capaces de cambiar su entorno, en vez de adaptarse a él.
Hasta aquí la evolución, si bien no contesta del todo nuestros orígenes (por falta de las dichosas pruebas), sí da cuenta de un proceso de conocimiento de los hombres por medio de la experimentación y la abstracción. Así, relacionar las semillas con la planta y el fruto, pareciera un proceso lógico derivado de la observación, sin embargo, el saber acerca de los metales, sus propiedades, forma en la naturaleza, extracción y proceso de preparación para su uso final, parecieran ser otra cosa, mariposa…
¿Otro eslabón perdido?
Los avances, cuando no son por accidente, provienen por lo general de la observación – experimentación… Así obtuvimos el conocimiento sobre las plantas y los animales y el uso de la piedra y la madera, o eso dicen… Este experimentar tenía un móvil prístino: sobrevivir. Nuestros ancestros buscaban mejorar sus armas y estrategias de cacería, de ese modo, aseguraban alimento para los meses de invierno y con ello la supervivencia de los suyos.
Las mejoras en los utensilios domésticos le trajeron a la humanidad, más tiempo ocioso debido a que cumplían las mismas tareas, con menos esfuerzo y con ello pudieron hacer uso de su natural capacidad de abstracción y, tras miles de generaciones, perfeccionamos la creación de todas sus herramientas, empero de la tierra sólo extraían los brotes comestibles que encontraban en su sempiterno andar.
Más de 100 mil años le costó a la especie pasar de una herramienta de piedra toscamente tallada a una pulida, con mango y finas terminaciones. Los procesos de creación de las herramientas, pasaron de generación en generación y fueron perfeccionándose poco a poco, por medio del único procedimiento efectivo para aprender, el viejo y querido método del ensayo – error.
En eso estábamos y sin decir agua va, así como jugando, comenzamos a combinar estaño con cobre y a reconocer, extraer y refinar carbón, cobre, oro, plata, antimonio y muchos otros minerales metálicos y no metálicos, los que, digámoslo, ni su uso, ni su ubicación, para empezar, eran lógicos y, hasta donde sé, salvo unos que otros, no se encuentran botados en el campo, esperando a que alguien los recoja y de ser así ¿cómo los reconocimos y supimos qué uso darles?
Lo intrigante, al menos para mí (y veo una suerte de otro eslabón perdido acá), es el tremendo salto cualitativo que dio la humanidad en tan pocos años. Pero sigamos el hilo conductor. Les decía que, en cuestión de unos cuantos cientos de miles, el segundo gran cambio para los homínidos (el primero fue comer la comida cocinada), fue pasar de una vida nómade o semisedentaria a una sedentaria, gracias a que descubrimos cómo producir alimentos. Para que esto sucediera hubo de pasar unos 300 mil años al menos, pero desde ese instante hasta las primeras civilizaciones en plena edad de los metales, el tiempo transcurrido fue, como quien dice, un pestañeo.
Ustedes dirán: eres un tipo exagerado, pues entre los primeros homínidos y Babilonia pasaron alrededor de 4 millones de años… y… es cierto… No obstante, lo curioso es que para llegar al cromagnón pasaron casi todos los millones mencionados ya y, entre la vida nómade de caza y recolección y las primeras civilizaciones conocidas solo unas decenas de miles.
Descubrimiento sin necesidad
En rigor, si me siguen, es muy poco el tiempo en comparación por cómo ha demostrado que trabaja la evolución en este planeta, para tan grande salto cualitativo en todo, pues el avance tecnológico también modificó la forma de organizar el poder y jerarquizar la sociedad y la fabricación, distribución y almacenamiento de la comida. ¿No les parece incoherente? Fueron necesarias miles de generaciones para dominar a la piedra y solo unas centenas para combinar los metales y cambiar el hueso, la piedra y el pedernal por el bronce y el hierro.
Les propongo un ejercicio… pensemos… vivíamos sin metales… nuestras ollas eran los cueros de los animales que cazábamos, nuestros utensilios eran de hueso o piedra o madera o partes de los animales que comíamos o una combinación de todas… Además, resulta que para fundir metales se necesita más calor que para asar un bisonte, por lo que tuvieron que fabricar hornos más sofisticados que los que ya tenían… luego, ¿cómo trabajaron los metales las primeras veces??? ¿Acaso usaron martillos de piedra para moldear el hierro y fabricar el primer martillo para templar??
Tengo claro que todo esto es especulación, pues la misma ciencia se ha encargado y con el mismo método con el que ha fracasado para explicarnos la realidad, de desprestigiar las fuentes del conocimiento sin darnos a cambio una explicación sostenible ni siquiera para ellos mismos que dé cuenta siquiera de sus propias elucubraciones. Esto ha dado cabida a todo tipo de explicaciones que van desde la creación espontánea de todo y la combinación de coincidencias, pasando por la existencia de un o unos seres que crearon todo, hasta que somos un experimento genético de habitantes de otros planetas.
La ciencia ha carecido de éxito porque ha pasado a llevar su principal axioma. En su intento de explicarlo todo, se ha obsesionado buscando pruebas que validen sus postulados, descartando en el proceso toda antítesis “cuestionable” que surja y con ello asumiendo tácitamente que su camino conduce a la verdad aun cuando sus explicaciones acerca de cómo son las cosas tienen tantas fisuras que han sido el caldo de cultivo para que la imaginación se corone como la sustituta del empirismo racionalista.
Cuando la ciencia no convence
Siempre existirán (me incluía con frecuencia) aquellos que buscan una respuesta que se ajuste (ojalá a todo evento) a un mundo sin Dios, achacándole el mérito de la creación del hombre (ojo no del universo) a seres que viajaron a través de la inmensidad del cosmos (nadie explica por qué ni cómo) y tras crearnos, se quedaron y nos gobernaron durante mucho tiempo, subyugándonos a cambio de su saber… Luego, (de nuevo) nadie sabe cómo ni por qué, desaparecieron sin dejar rastro alguno ni descendencia conocida.
Resulta excitante todo esto del viaje interestelar, sin embargo, existe otra explicación humana mucho más sencilla. Entre el último gran cataclismo global conocido que sufrió la Tierra y los Sumerios hay varios miles de años y el hombre ya caminaba por el planeta hace unos cuantos lustros ya… No digo que sea así, pero en ese período de tiempo, perfectamente pudo haber una civilización avanzada que colapsó producto de la subida del mar y sus sobrevivientes llegaron a los valles del Éufrates y el Nilo. Dominaron e instruyeron a sus primitivos habitantes traspasando sus conocimientos y creando, al parecer para su propio beneficio, las primeras civilizaciones conocidas.
No hay que minimizar el hecho que afirma la ciencia acerca de nuestras “huellas” sobre el planeta. Triste, pero cierto. En unos cuantos miles de años no quedará ni el plástico que recuerde nuestro paso por el planeta. En otras palabras, seremos, como dice la canción, polvo en el viento. O eso dice la ciencia de cómo pasan las cosas.
En fin, lo anterior aparenta ser mucho más plausible, que seres de otro planeta nos encontraran, no porque no les interesara viajar o conocer, no... Entonces… ¿por qué?, pues porque la ciencia dice que somos un átomo de un grano de arena que está tomando sol en el desierto del Sahara sin bloqueador y con el mismo traje de baño que el resto… Ergo, me cuesta creer que nos encontraran seres de otros lados. Estoy convencido que es más factible que Piñera y sus gandules dejen de mentir frente a las cámaras a que nos ubiquen mirando el cielo desde otro mundo y quieran y puedan aventurarse a venir, al menos, yo en su lugar lo pensaría… Eso no significa que descarte la vida en otros planetas, lo que pongo en duda es el hecho que nos encontraran.
Imagino la segunda parte de la película 2012. Desembarcan en el Cabo de Buena Esperanza en las costas africanas… Ahí, tras el colapso de las ciudades por los terremotos que elevaron al continente, seguro encuentran tribus humanas viviendo en el neolítico y, todo volvería a comenzar y los restos de nuestra civilización quedarían grabados en piedra, pues, por experiencia es el único material resistente a la erosión de los elementos a través del inexorable paso del tiempo.
Luego, con el paso de los milenios, la lengua usada para transmitir el conocimiento desparecerá junto al pueblo que la hablaba. De ese modo, el saber llega a las generaciones del futuro no para ser transmitida y comprendida, sino para ser interpretada (manipulada) con el propósito de encajar la realidad dentro de una teoría o doctrina y no al revés…
Resulta inspiradora esta idea, pues nos ofrece una explicación coherente respecto de cómo dimos el salto tecnológico para alcanzar rápidamente el dominio de los metales, aunque deja sin responder nuestro origen y, tal vez por ello, nació la oportunidad de agregar a la receta evolutiva otro ingrediente que ya usaban, solo que ahora pasaban de una cucharadita a dos cucharas soperas colmadas.
Sin duda ya lo saben… efectivamente, me refiero a la imaginación la que mezclada con conocimiento, ignorancia, superstición, soberbia y codicia, formaron el caldo de cultivo perfecto para la neociencia… le llamaron metafísica.
Por favor, aunque creo haberlo expresado con antelación, lo repetiré… no me mal entiendan… No me cabe duda, si es que existe el cosmos como lo plantea la ciencia, que la vida no es un accidente y, por lo tanto, debiera ser la regla en el universo y existir en otros lados en muchas formas, colores y dimensiones, todas basadas en los mismos elementos… Sin embargo, no creo que nos hayan descubierto y mucho menos creado, por las mismas razones que dan cuenta de su existencia.
¿Realmente es un mito?
Resulta evidente entonces que con los marcianos como protagonistas (o los jovencitos de la película) se explica no solo nuestro repentino y prematuro conocimiento sobre los metales, sino también nuestra propia creación, sacando a Dios de la ecuación y dejándonos como el resultado de un experimento de seres interestelares (más allá de sus posibilidades y por ello fuera de control) con una ilimitada, inconmensurable porción de suerte, ya que encontraron esta aguja en el manso ni que pajar.
Por muy inverosímil que parezca pulula por doquier una considerable porción de seres humanos que se consideran a sí mismos seres racionales y autodeterminados tales como los ateos, escépticos, no creyentes, agnósticos y/o empiristas, que les resultan cuerdas ideas que afirman somos creación de seres no humanos o que la evolución, en un acto tan involuntario como imposible de detener, es la responsable de todo lo que vive.
Ambas teorías sustentadas en pruebas de dudosa reputación que sus propias disciplinas tienden a rechazar por la imposibilidad de comprobar por medio de la experimentación, si tal o cual afirmación sobre la realidad es cierta o no lo es. En el fondo, no entregan una respuesta clara, lo que redunda en más confusión y superchería. Si… un círculo vicioso…
Todos estos afanes solo para ocultar, detrás de un velo de miedos irracionales y dudas, la información que ya nos fue dada incluso antes del diluvio por quien, poco a poco más pruebas científicas confirman su existencia.
Un dato no menor o más bien crucial habla sobre la forma en la cual podemos acceder al entendimiento de estos datos. Esto se logra por medio de métodos que carecen de las rigurosas formalidades que la ciencia valida como el camino a la verdad y usan a la razón nada más que por su estructura lógica. Estas herramientas (nuevas para mí, viejas por los años de existencia), se sustentan en un principio del cual no tenemos control y supone un sometimiento de la racionalidad y con ello del Ego. Se trata de la Fe, la humildad, el sentido común y el discernimiento.
Esta afirmación, empero, resultó perfecta para los detractores del Señor (no de la religión ni de la iglesia, ojo). Les dio la chance de cuestionar La Palabra, descartando su inspiración divina y dejando en tela de juicio la veracidad de sus letras. En consecuencia, dejó a sus historias como mitos, leyendas y alegorías y todo por la imposibilidad de pesar, medir, tocar, probar, cortar u olfatear lo que está frente a nuestra nariz y considerar sus páginas, un conjunto de relatos que sirvieron para crear una buena parte de la mitología judeo-cristiana.
De ahí que pocos toman como hecho histórico lo relatado en el Antiguo Testamento (y en el libro que sacaron de él), pues la mayoría cree que se limita a contar, por medio de cuentos, alegorías y poesías, el origen legendario de un pueblo belicoso y avaro, y de su tóxica relación de amor - odio y desobediencia con su Dios. Estamos hablando del mismo Libro donde se menciona a gigantes y ángeles y ciudades devastadas por la ira de Dios y que somos su creación y, considerándolo imposible (según la ciencia) la mayoría de los hombres lo descartamos como fuente de saber y conocimiento … Grande debió ser la sorpresa tras encontrar restos de gigantes comprobando su existencia y terrible la impotencia al no poder ocultarla…
Otro botón de muestra es la profecía de Daniel, que predijo con todo detalle y pasmosa precisión, miles de años antes, el alzamiento y caída de todos los imperios de la Antigüedad, mencionando, entre otros a Darío y Jerjes por los persas. Este solo pasaje por sí mismo es apabulladoramente certero… Ni Nostradamus fue tan elocuente y sus escritos en comparación se muestran como acertijos adecuadamente vagos (al menos lo suficiente) como para permitir cualquier interpretación.
Suma y sigue, pues supe del descubrimiento, con el avance de las investigaciones arqueológicas, de la existencia de ruinas pertenecientes a ciudades mencionadas en la Biblia, las que se pensaba (obvio) eran mitológicas. Paralelamente fueron hallados textos que le dan a lo ya escrito (La Palabra), un sentido de coherencia que enmudecería al mismísimo Steven Hawkins, dejando a la Biblia, ya no como la historia de los israelitas, convirtiéndose en el relato de los comienzos de la humanidad.
Codicia y Egolatría
Acepto (no de buen grado, por cierto) que a La Palabra le han tratado de meter mano y como no han podido corromper sus palabras (el mismo Cristo dijo que todo pasaría, menos sus palabras y, por Fe, le creo), simplemente la han cercenado, ocultado y reemplazado por interpretaciones sediciosas que solo han contribuido a ensuciar el concepto que las personas tenemos de ella y, lo que es peor aún, ha sido fundamental para alejarnos del Señor.
Esta ignominia en la que se incurrió desde que la iglesia era potrillo, fue con el fin de construir un andamiaje burocrático y doctrinario que resultó ser ineficiente en cuanto a los asuntos espirituales, contrario sensu, riguroso y perfeccionista cuando se trataba del manejo de las riquezas que cada congregación acumuló durante los primeros 50 años tras la muerte del Señor Jesús.
Toda esta codicia y egolatría endureció rápidamente los corazones de los nóveles líderes que no dudaron en ocultar importantes evangelios y escritos, eliminándolos alevosamente del llamado canon, con el pretexto de ser contrarios al mensaje del Señor. Por su puesto a nadie le contaron que “esas herejías” se referenciaban mutuamente con los textos elegidos, por lo que su ausencia dejó sutiles incoherencias las que por sí mismas dan fe de la veracidad de los escritos aludidos…
Entonces, en sus intentos de afianzar sus poderes seculares y regalías terrenales, ocultaron la verdad tras un velo de intrigas, mentiras y medias verdades. Sobre este colchón, asientan las bases de su Iglesia y, a la vez, justifican la aparición de sus dos más grandes resistencias, a saber: la iglesia protestante y el egocentrismo propio de nuestra especie, alimentado por nuestra insufrible convicción de superioridad sobre el resto de las especies del planeta.
Muchos más detalles sobre ese segundo aire del cristianismo puede encontrarlos en otro de mis artículos.
La pieza que faltaba
Pero sigamos… les decía que la importancia de la información oculta, estriba en que, en la misma Palabra, el Señor nos revela el cómo se puede salvar o perder el alma inmortal por lo que nos debemos dar por enterados sobre el corriente. Como Dios es justo, el hecho de habernos advertido significa que no podemos decir, no lo sabía, Señor, para justificarnos, aunque en rigor estemos diciendo la verdad.
Estos escritos nos entregan una nueva forma de leer La Palabra donde, por ejemplo, el génesis adquiere una dimensión sorprendente que lo separa (en forma definitiva) de la mitología. Uno de los más conocidos es el vilipendiado (porque a muchos les conviene que así sea) Libro de Enoc.
Este texto muestra, en pocas palabras, una suma de revelaciones que Dios le manifiesta al sexto descendiente de Adán, llamado Enoc (dicho sea de paso, es junto con el Señor Jesús, los únicos que han ascendido al cielo en cuerpo y espíritu, en el caso del primero, sin pasar por la muerte) con el expreso propósito de promulgarlas para el conocimiento de todos, pues habla de los Justos o de los elegidos no mencionando en ninguna parte que el mensaje es o era solo para los judíos y ya van a ver por qué.
Asimismo, estas revelaciones dan cuenta de sucesos contemporáneos a Enoc (muchos años antes de que existieran las 12 tribus, si mis cálculos no me fallan, unos mil años desde el nacimiento de Set) y explican detalladamente cómo conocimos los secretos más sutiles de la naturaleza, quiénes y el por qué nos lo enseñaron y las razones del mal uso que le dimos a todo ese saber divino, el cual estábamos destinados a obtener, pero a su debido tiempo.
En sus páginas muestra a una creación consciente de sí misma y de su creador y en total y constante obediencia respecto de sus órdenes y sinergia, donde lo que llamamos muerte o cesación de las funciones vitales de los principales órganos del cuerpo, no es más que el paso a otro estado y que cada animal, vegetal, insecto y el planeta mismo, lo saben y por ello no existe lo malo o lo bueno, porque cada acto está dado con el solo fin de, como dice Mufasa, preservar el Ciclo de la Vida…
A pesar de ello y, usando como filtro para definir la realidad nuestro retorcido sentido de la justicia, juzgamos actos que carecen por completo de tintes morales o éticos, como crueles o malos y al mismo tiempo separamos sin pudor lo legal de lo correcto y lo ético. ¡Qué pasteles!
Luego, tomamos ese filtro y cuando vemos al leopardo cazar y matar a la gacela, le atribuimos una carga moral que el hecho en sí mismo no la tiene. En cambio, cuando usamos la ley para apropiarnos de algo que sabemos no nos pertenece, expresamos que no se está haciendo nada ilegal, no mencionando que eso ilegal si es incorrecto.
Este fenómeno es el botón de muestra de una actitud mortalmente constante de nuestra especie, cual es, creer que la naturaleza no hace las cosas del mejor modo, por lo que tenemos el derecho de interferirla todo lo necesario, para satisfacer, ya no nuestras necesidades, sino nuestros deseos y perversiones.
En el fondo, nos quedamos con eso de toma y usa, agregándole con la derecha y sin ponernos colorados, acumula y sacando con la izquierda, la parte donde dice que debemos ser mesurados y respetuosos de los ciclos y de nuestros cohabitantes.
Completando y/o corrigiendo al guión original
En Génesis 6:1-4 se cuenta una historia donde se justifican todos los héroes que la humanidad tendría. Estos serían el fruto de la cruza entre los Hijos del Cielo y las hijas del hombre, dejando una declaración que parece descontextualizada y que menciona la existencia de gigantes, sin aclarar nada sobre ellos.
A reglón seguido, a pesar que en los versículos anteriores todo parecía normal, en el número 5 abruptamente Jehová se arrepiente -a pito de nada al parecer-, y quiere eliminar a los hombres porque eran la perversión y maldad la que gobernaba sus corazones, tras vivir en la tierra unos cuantos años más que la centena… Luego, todo se aclara un poco más con las declaraciones de Enoc. Así es, este señor nos cuenta que en realidad fueron los ángeles enviados a cuidarnos los que dejaron la escoba… pero… ¿cómo fue todo? La historia es más o menos así:
Después de abandonar el Edén, Adán y Eva tuvieron dos hijos. Uno mató al otro (el mayor al menor) y fue desterrado y condenado a vivir en forma errante. Entonces, Caín, en el exilio se encontró con su media naranja. Con ella (y vaya uno a saber si fue fiel este compipa) engendró tras sus primogénitos, dice La Palabra, a muchos hijos e hijas los que se multiplicaron y prosperaron. Reglón seguido fueron hombres, hijos de la línea de Caín, a los que el Génesis les atribuye el honor de ser quienes enseñaron a la humanidad el dominio sobre la naturaleza y sus secretos, antes del primer manual de Carreño con límites explícitos a nuestras conductas, pero no dice dónde aprendieron o de quién. (GEN: 4:17-22).
Un dato freak es que los hijos del sexto descendiente de Caín son los que traen el conocimiento y Lamec, su padre, la perversión y relatividad ética (GEN: 4:19), mientras que el sexto primogénito de la línea de Adán, fue escogido para ser portador de su Palabra y luego llevado al cielo en cuerpo y alma (GEN: 5:24). Como quién dice, las dos caras de la misma moneda… En fin… sigo… Si bien, Caín se sentía abandonado de la mano de su Creador, la realidad no fue tan así, porque tras echar a sus padres, envió ángeles con el mismo rango que sus preferidos Gabriel, Rafael, Miguel y Sariel a que pusieran un ojo en los humanos y los cuidaran, pues Luzbel y sus seguidores andaban sueltos por la tierra y era más que seguro que los molestarían.
Seis generaciones habían pasado por la rama de Caín y las perversiones eran pan de cada día entre los hijos e hijas de los hombres. Este espectáculo no pasó desapercibido para sus protectores ni menos para Dios solo que cada uno actuó de manera distinta. Mientras los Vigilantes (así los llaman en el libro), en vez de rechazar esas conductas degeneradas y reportarlas, desearon en sus corazones poder llevarlas a cabo ellos mismos, Dios, en cambio, envió otro hijo a Eva con la misión de salvar a la humanidad más de una vez.
Nuestros protectores, la verdad, no lo pensaron mucho y tras ponerse de acuerdo para que nadie gritara, bajaron a la tierra en forma humana y no solo se fueron de juerga, embriagándose y fornicando como posesos, sino que tomaron a las hijas de los hombres y las hicieron sus esposas. (ENOC: 7:1)
Como dice el tango, una cosa llevó a la otra y las mujeres quedaron embarazadas de estos espíritus del cielo y los hijos que parieron se convirtieron en los padres de los gigantes quienes, tras no poder saciarse con el trabajo de las manos de los hombres, comenzaron a alimentarse de ellos. (ENOC: 7:2-4).
Pero la metida de pata no había terminado. Resumamos… los ángeles fornican con quienes deben proteger; procrean abominaciones que se vuelven contra sus madres y los hombres por odio y, no satisfechos con ello, les cuentan a sus mujeres los secretos divinos de la naturaleza (ENOC: 64:2). Secretos que en algún momento íbamos a saber, pero cuando pasó, no estábamos preparados. Y adivinen cuáles eran esos secretos… pues claro, gracias a ellos pasamos del Neolítico en el cual vivíamos a formar crueles civilizaciones, cada una de ellas dotada de poderosos ejércitos. (ENOC: 7:1 y 8:1-4).
Ahora bien, viendo todo esto Dios, al cabo de 130 años, le dio a la pareja unigénita su tercer hijo al cual llamaron: Set. Este caballero es el responsable de dar origen la que sería a la postre, la línea genética de la cual emergería el pueblo judío por medio de su padre en la tierra, Abraham, nacería el más grande de sus reyes, David, para culminar (¿culminar?) con el nacimiento de quien sería el salvador de la humanidad, el Señor Jesús.
Mientras tanto, en la tierra, los gigantes habían comenzado su matanza y las almas de los hombres asesinados por ellos, elevaron un clamor al Cielo, el que fue escuchado por Gabriel, quien a su vez fue donde El Señor el cual decretó castigo para los ángeles corruptos, separación entre las almas de los Hijos del Cielo, que habían nacido en el Cielo de aquellas que lo hicieron en la tierra, condenando a las últimas a quedarse sin descanso hasta el día del Juicio, acá…
Finalmente, para convertir a esos gigantes en almas y de paso eliminar a los hijos de Caín y a todos los hijos de los hermanos y hermanas de los primogénitos por la línea de Set, quienes estaban en franca degeneración, había decidido abrir las puertas de las Aguas del Cielo e inundar la tierra.
Vaya uno a saber las causas de nuestra fácil tendencia a lo malo… quizás sea porque Set era a imagen y semejanza de Adán y no del Señor (GEN: 5:3), quién sabe… Lo cierto es que de la misma cepa uno de muchos se salva.
En una primera instancia, la idea era acabar con todo, pero Dios escuchó a Enoc quien rogaba por su bisnieto, Noé, quien era hombre justo y misericordioso. Entonces, el Señor le contó que ya había optado por el plan B y todos conocemos la historia… (ENOC: 1-12).
En un próximo artículo trataré de profundizar, capítulo por capítulo, ese fascinante escrito. Les aviso.
Pruebas finales
Pero no paremos acá… Tenemos certeza de la existencia del Arca, los gigantes y sus descendientes fueron reales, los restos de Sodoma y Gomorra fueron encontrados, Daniel profetizó más acertadamente y con pelos y señales que Nostradamus, y así suma y sigue… Dado lo anterior, prefiero tomarme las palabras de la Biblia y sus apéndices no oficiales como relatos de hechos históricos y no como el acertado resultado de una mente con mucha imaginación, por si las dudas, digo.
Con todo, empíricamente hablando, La Palabra está tomando la delantera en cuanto a demostrar su autenticidad en todos los ámbitos que la inconexa ciencia dispone como indicadores de verdad, en desmedro de una evolución que sí funciona para el resto de la naturaleza, pero que no supera su fase de teoría a falta de hallazgos que respalden sus postulados en cuanto al homo sapiens sapiens. No vamos a mencionar a los ET porque la misma ciencia que dice que existen, descarta un encuentro con este planeta debido a nuestra insignificancia en comparación con la inmensidad del cosmos en el cual habitamos.
Ahora bien, estos escritos resultan ser la pieza que faltaba para darle coherencia a La Palabra y comprender dos cosas básicas: La religión y Dios son cosas opuestas y los pecados de la Iglesia los tendrá que pagar ella… los míos, yo y así… Miren, seamos prácticos… si al morir resulta que no hay nada y todo queda ahí o reencarnas en una gallina, ok nada pasó si no fuiste creyente, pero si resulta que Dios si existe y todo esto es verdad, prefiero creer en él y salvar mi alma a que ésta muera.
Y dos, los simbolismos en las Escrituras son la lectura entre líneas que dejó el Señor para encontrar revelación, pues suyo es el don de la inteligencia y nos fue dado para buscarlo a Él… Nosotros preferimos buscar respuestas basados en una herramienta que solo nos permite llegar hasta la primera etapa, la razón y con ella damos explicaciones certeras de cómo funciona todo esto como la teoría de incertidumbre... Solo el nombre me produce la sensación de lo poco que sabemos.
Aprendí tras una vuelta de 50 años que, si uno busca a Dios con autenticidad Él se encarga de llevar a tu inteligencia a los siguientes niveles donde el sentido común y la abstracción se conectan al discernimiento y, sin desconectar a la lógica, llega la revelación.
Amigos míos, les hago llegar estas letras con el solo fin de compartirles mis pensamientos acerca de lo que es Dios y mi deseo de separar su imagen y obra de las instituciones que, en su nombre y a beneficio propio, han cometido y lo siguen haciendo, los actos más crueles y viles que la historia recuerda.
No pretendo convencerlos, ni mucho menos, ya que mi motivación estriba en tratar de cumplir en algo con mi Señor de modo de dar a conocer su Palabra y testimoniar de sus misericordias que, créanme cuando les digo, se renuevan todos los días… Al fin y al cabo, a estas alturas, le creo más a Adán y Eva y su desobediencia que al big bang o Lucy, que aún llora por su eslabón perdido, desafinado bemol en una composición que ajustadamente incertidumbre, titularon…
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