Según esto, inepto era Freire y el hombre, sin disparar una sola bala, permitió la libertad de una nación por sobre el dominio de un imperio, mientras Portales en $hile mataba o exiliaba a todo aquel que se oponía a su idea medieval de cómo se debía organizar un país.
Sin embargo, son quizás las figuras históricas de Bilbao y don José Manuel Balmaceda las más distorsionadas y vilipendiadas de todas. El uno porque señaló a la iglesia católica y sus dogmas (ojo, no a Dios) como los responsables del atraso intelectual de la nación y el segundo, porque al igual que Allende, quiso que la riqueza que proveía un recurso natural chileno dejara de pertenecer a los burgueses extranjeros para, de una buena vez, ser chilena.
El común denominador en todas estas historias mañosamente contadas estriba en que se tratan de personas que pretendieron mejorar las condiciones del país, hipotecando incluso, su honra y vida en pos de ese ideal, luchando contra la envidia, codicia y mediocridad de una clase aristócrata acostumbrada a empeñar a su mamá y vender el boleto con tal de aumentar su patrimonio.
Don José Manuel (que nació y murió en el siglo xix) fue tal vez el estadista más grande que ha nacido en esta nación. Fue el primero en promover la educación pública, invirtiendo buena parte del erario fiscal en la construcción de escuelas con el fin de ampliar la cantidad de matrículas disponibles. Ninguna de sus iniciativas tenía por objeto el satisfacer alguna concupiscencia personal y esa integridad fue su peor enemigo frente a iguales comprados en secreto por el capital foráneo.
Fue el único que en la bonanza ahorró y, lo que dispuso lo invirtió en infraestructura y educación. En sus discursos pregonaba entre muchos otros conceptos, casi todos adelantados a la época, un estado laico, pues entendía que su devoción personal nada tenía que ver con la de otros e imponer un credo era el germen de una guerra santa civil.
Entendía que las riquezas del país debían pertenecer al patrimonio del estado. Entonces, el hecho de que la niña bonita de la economía estuviese en manos privadas extranjeras, comprometía estratégicamente el desarrollo del país y constituía un freno a las políticas sociales de educación del pueblo que, este ilustre, tenía en mente aplicar.
La historia oficial cuenta que su gobierno fue inconstitucional y por eso, la marina (para variar) y la mitad del ejército, liderados por la facción pelucona del disuelto congreso y un conocido mercenario, llamado Manuel Baquedano, se levantó en armas para derrocar al dictador. Ahora bien, en la legislación vigente de la época, disolver el congreso era una de las atribuciones del presidente... ergo, al hacerlo no actuó contra ley. Todo esto implica que la razón esgrimida por los golpistas, para ejecutar su infamia, para variar, era una asquerosa y mal intencionada falacia.
La verdad de la milanesa fue que Balmaceda pretendía nacionalizar el salitre. De esa manera, aseguraba que el estado sería el explotador y comercializador del producto, aumentando sustancialmente los dineros que ingresarían por ese concepto de modo de contar con los recursos necesarios a fin de poder implementar su ambicioso, visionario y viable plan fiscal. Dineros que en la cabeza del estadista estaba invertido con el fin de engrandecer a su amada nación.
Con ese fin y por no contar con el apoyo ni de sus camaradas pipiolos ya comprados, tomó el camino constitucional y disolvió el congreso, llamando a elecciones de inmediato como lo dictaba la norma para tales eventos. Los parlamentarios se negaban a aprobar el presupuesto presentado por el ejecutivo, pues se basaba en la nacionalización del salitre, cuya moción, también corrió la misma suerte. En ambos casos, el rechazo careció de fundamentos jurídicos.
Los verdaderos vende patrias tildaron a Balmaceda de anti patriota, de dictador, cuando en rigor, ellos fueron los golpistas inconstitucionales, otra vez. De este modo, nuevamente lideraron un ejército comprado, again, por las libras esterlinas de un puñado de abusivos burgueses con el fin de cuidar el bolsillo extranjero y mantener sus mezquinos privilegios. Creyendo ser señores, más bien eran, y lo son aún, los verdaderos lacayos de un codicioso patrón, que saca de ellos lo que realmente son: apátridas, pero ojalá nadie lo sepa...
Ya... me dio rabia... mejor les dejo info de este tremendo héroe de Chile y del cual bien vale la pena tomarse un tiempo para conocer...
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
...