jueves, mayo 12, 2022

Héroes de Chile: José Miguel Infante y Rojas

 La delincuencia desde hace unos cuantos lustros es uno más de los nichos donde el Estado no puede intervenir, pues es derechamente un negocio donde el fisco le paga a los centros penitenciarios por cada interno que hospedan. Entonces, mientras más inquilinos tengan, más billete reciben. No se les paga por reformar, se les paga por mantener vivos a los malos mientras dure su condena.

En esas condiciones se hace difícil el objetivo de la reclusión. En efecto, en hacinamiento y menos que deficientes condiciones de vida, es imposible siquiera pensar en una rehabilitación o reforma en la conducta de los internos, pues al ser tratados como animales, responden como tales.

A fines de los 1700 y comienzos de los 1800 en Chile las penas por transgredir la ley eran tan inhumanas que resultarían vejatorias e inaceptables en nuestros días. La mano para el pueblo era pesada y las sanciones draconianas. Existía, por ejemplo, el castigo público con azotes o la utilización de jaulas ambulantes para el más amplio espectro de conductas no deseables.

Don José Miguel Infante, ante la total falta de humanidad en el trato de los convictos, entendió que si no era él quien defendiera a estas personas sin derecho alguno, nadie lo haría. Esto porque comprendía que una sociedad liberal y civilizada  debiese tener comportamientos civilizados en todos los ámbitos de la vida cívica, lo que incluía el trato para quienes transgredían la ley.

Espíritu pipiolo

Forjó su carácter libre pensador y liberal en casa de su tío, quien le permitía usar su magnífica biblioteca la que incluía europeas ediciones de muchos libros prohibidos por la iglesia católica. Sobresalían autores como Voltaire, Rousseau, Montesquieu y los enciclopedistas.

Siempre fue un hombre de pensamiento liberal y nunca vio como una contradicción su Fe y el profundo racionalismo que guiaba su vida, sino más bien como una ventaja que le permitió notar el dolor y la injusticia donde nadie más la había visto y conmoverse con él. 

Desde joven fue algo inquieto. Sin ir más lejos fue él quien hostigó a todo el mundo para formar la primera junta de gobierno de la cual ocupó el puesto de Procurador. Tanto entusiasmo lo llevó a formar parte de las juntas de gobierno de 1813 y 1814 y del primer congreso nacional creado por un tal señor Carrera, como diputado por Santiago.

Don José Miguel fue un abogado comprometido con el servicio público y la grandeza de su patria. Como diputado y senador fue un activo miembro del movimiento anti esclavista, fundado por Salas, presentando una moción parlamentaria que pretendía establecer una ley que le pusiera punto final a la esclavitud en el país.

Infante, influenciado por las corrientes de la ilustración, entendió tres cosas fundamentales: 1.- la educación es crucial para crecer como país; 2.- la descentralización y desconcentración del poder y el territorio era la forma de generar varios polos de desarrollo e industrialización y 3.- todos los habitantes de la nación deben tener el derecho, al menos, a su dignidad, incluyendo los privados de libertad.

Sobre esa base trabajó en el desarrollo e implementación de una república federal a semejanza de los Estados Unidos de Norteamérica, desde el ejecutivo, el legislativo y como difusor a través del medio de comunicación de su propiedad el Valdiviano Federal, tribuna desde la cual, al ser expulsado del congreso acusado de haber sido elegido en un proceso con vicios, continuó defendiendo los principios del federalismo como la forma en la cual el país sería una potencia y no un granero.

Sus ideas no prosperaron por contar con aliados débiles de carácter y adversarios sin el más mínimo concepto del honor. Como todos los estadistas fue aislado por sus pares y vilipendiado por sus contrarios. Como dato les dejo que uno de los principales denostadores de Infante fue Diego Portales quien implementó la, hasta ese entonces, olvidada jaula ambulante y vivió para ver cómo era abolida 11 años después.

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Yo opino... decía el entrañable Chapulín Colorado

Cháchara y rollos de C Salvo

Este espacio, o sea, Un día en la ciudad, tiene la esperanza de algún día parecerse a una columna de opinión donde espero poder continuar:
  • Tratando los temas que me interesan, y
  • Dejando testimonio de lo que alguna vez pensé sobre esto o aquello... (oigan, he cambiado harto desde que empecé hace 13 años {no corridos} en esto)
En fin, no pretendo molestar a nadie, pero si pasa... lo lamento... Y... de verdad, gracias por leerme... ;-)

... Un momento enano, como decía Pedro Picapiedra, antes del fin, necesito decir que el nombre de este blog es de autoría de Iván Muñoz, el Tutito, amigo de mil batallas perrunas en las lides de la Gloriosa Población San Joaquín en nuestros ya idos, pero con cariño recordados, años mozos.

Dicho esto... ahí van... :-)

 

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